lunes, 9 de enero de 2012

Ganadores concurso de felicitaciones navideñas

El jurado estuvo integrado por un grupo de tutores de 1º ESO y eligió las felicitaciones navideñas de los siguientes alumnos:
Primer Premio:
Andra María Rotaru de 1º ESO D      
Segundo Premio:
Ramón Martín Ventas de 1º ESO D  
Y dos Terceros Premios:
Álvaro Ruiz López Carrasco de  1º ESO H  y
Lilibeth Carolina Cárdenas Piedra de 1º ESO E  

Número Siete de Alonso Delgado Hernández de 2º ESO A.

NÚMERO SIETE
Vivo en un pueblo pequeño, aunque la gente que vive en él es muy grande, sobre todo cuando hay que ayudar a quien lo necesita.
Entre ellos están mis amigos y yo mismo. Os gusta contar esta historia, especialmente cuando alguien dice que los de este pueblo somos muy cerrado. Sobre todo la contamos cuando dicen que los jóvenes no somos capaces de nada y que nunca aprenderemos cosas importantes porque nos pasamos horas y horas delante del ordenador, jugando a videojuegos, chateando por las redes sociales o destripando los “Smartphones” de nuestros padres. Lo cierto es que, si podemos, lo hacemos. Por ejemplo “Mecano”, que en realidad se llama Luis, se pasa las tardes enteras haciendo música con las teclas de su ordenador. Es un “friki” de la tecnología, pero gracias a él esta historia fue posible.
El personaje principal es nuestro amigo “Chus”, cuyo nombre verdadero es Fernando.  Desde que íbamos juntos a infantil ha sido el más alegre del grupo. Siempre está sonriendo, es amigo de todos y nos encanta ir las tardes de los viernes a jugar a su casa. Allí su madre, que se llama Jesusa, y quizá por eso llamen así a su hijo, nos prepara unas meriendas de vicio.
Cuando empezamos el segundo curso de la ESO todos los amigos notamos un cambio en la forma de ser de “Chus”. Sin saber por qué, había perdido su sonrisa, siempre estaba callado y no volvió a invitarnos a su casa. La verdad es que nos contagió su tristeza pero por más que le preguntábamos no nos decía qué le ocurría.
Al contrario que “Chus”, en aquella época, “Mecano” estaba contentísimo. Su padre era el encargado de cuidar la iglesia, el reloj y las campanas de la torre. El cura del pueblo es muy enrollado y quiso que las campañas pudieran ser tocadas a través de mensajes SMS. Así cuando había un muerto o se producía un incendio, el padre de “Mecano” las hacía tocar de una forma o de otra según lo ordenara desde su teléfono móvil. “Mecano” nos había contado que la idea fue suya, que era muy barata y que él mismo la había diseñado.
Pero ni la alegría de “Mecano” pudo levantar el ánimo de “Chus”, “Curri”, falso nombre de Lucía, era su mejor amiga, y después de pasar juntos mucho tiempo, pudo saber lo que ocurría. Ella nos dijo que la felicidad que había en casa de “Chus” se había roto desde que su padre maltrataba a su madre. Parece que todo había comenzado hacía poco tiempo, cuando el marido de Jesusa perdió el trabajo y empezó a beber demasiado. Finalmente nuestro amigo nos contó lo que ocurría a diario con su madre. Todos sentimos que se nos encogía el corazón. Nos dijo que incluso había pedido a su padre que le pegara a él y que dejara a su madre, pero no había conseguido pararlo. “Chus” nos rogó que no dijéramos nada.
No sabíamos qué hacer. Queríamos respetar lo que “Chus” nos pedía pero teníamos que buscar una forma de ayudarle. La idea fue de “Mecano”. Nos costó convencer a “Chus”, pero cuando vio que podía haber una salida para su problema, decidió intentarlo. Nuestro amigo se llevó a casa un móvil que “Mecano” le había preparado. Cuando se produjera un ataque violento del padre, “Chus” solo tenía que pulsar la tecla número 7 del teléfono. Entonces las campanas de la torre de la iglesia empezarían a replicar de una forma escandalosa.
La primera vez que las oímos fue una noche de principios del invierno, cuando no queda nadie por las calles. La gente empezó a asomarse a la puerta de de sus casas y algunos se acercaron hasta la iglesia, al lado de la cual vivía “Chus”. Nadie sabía lo que ocurría, así que todos acabaron pensando que era un mal funcionamiento del nuevo reloj. Al día siguiente “Chus” seguía triste, nos dijo que su padre ni había oído las campanas. Así que tuvimos que pasar a la acción y no dejar todo en manos de la tecnología.
A los pocos días las campanas volvieron a sonar como locas. Esta vez todos los amigos nos presentamos delante de la casa de “Chus”. Llevábamos unas cacerolas y unas cucharas y empezamos a acompañar a las campanas con un concierto que no podía ser más ruidoso. Las vecinas más cercanas sabían lo que ocurría en aquella casa, y ya que nos vieron se juntaron a nosotros. Vimos asomarse por un balcón al padre de “Chus. Estaba muy serio y parecía molesto, como si supiera que estábamos parándole los golpes.
En las dos semanas siguientes, tuvimos que acudir unas cuantas veces más y el número de vecinos que se juntaba delante de  la casa de “Chus” era enorme, aunque este es un pueblo pequeño.
Una mañana “Chus” vino a clase tan contento como siempre lo había estado. Su padre se había marchado. Les había dicho a su mujer y a su hijo que reconocía que se había puesto enfermo, que se marchaba a casa de los abuelos que vivían lejos en la costa, a ver si podía recuperarse. “Chus” nos contó que cuando le daba un beso en la frente al subir al autobús, le dijo: “Da las gracias a tus amigos de mi parte”.
                                   Alonso Delgado Hernández  2º ESO A